Desde siempre hemos tenido perros en casa, aún no sabía leer y ya le relataba todos los cuentos a mi perrita Nala, al igual que todos los sucesos importantes de la familia. Con los años me fui criando al estilo Mowgli, compartía mil aventuras con nuestras mascotas en los largos veranos y los fines de semana. Soñaba con ser veterinaria pero la sangre no era lo mio. Me pasaba horas viendo a los polluelos nacer con posturas incómodas, para poder grabar el momento, mientras la gallina me quería matar, para proteger a sus pequeños. Disfrutaba cuidando de las camadas cuando alguna gata llegaba con sorpresa o algúna fuga de nuestras perras. Pasaron los años y fui ampliando mi pasión por las aves de adorno, era maravilloso ver a esas aves con tal belleza volar e oir sus cantos. Todos tenían su ficha, con su retrato y sus datos. Por suerte hemos tenido animales de todo tipo y eso ha hecho que les tenga tanto amor incondicional.
Pero no fué hasta finales de 2011 cuando la locura de los perros empezó, nunca olvidaré el primer Golden que me llamó la atención. Entonces estaba en Italia, concretamente en Torino y en una feria hicieron un desfile de los finalista que participaban al día siguiente en Milano. Fue tal el flechazo que desde entonces solo veo Goldens.